

La lectura Untermann ha provocado problemas historiográficos, haciendo
aparecer supuestos nombres de ciudades en donde la epigrafía numismática no
habla de ciudades. De esta forma se ha lanzado a los arqueólogos y filólogos
a la búsqueda de éstos nombres en la antiguedad, creando un nuevo espacio
geográfico para dar cabida a sus extrañas "palabras/cecas", rebautizando
ciudades y cambiando su nombre antiguo a capricho de su lectura del
inventado semisilabario bkt.
Causa pena observar la manipulación, inventando Bolscan ó Olscan, ó...
y pretendiendo hacer pasar la etimología de Huesca por éstas otras palabras
y que las monedas con éstas leyenda sean de un sólo lugar de su particular
geografía.
En los reversos las monedas tan sólo dicen "ph_mgt", lámina de
fundición y "pt", cara para señalar el anverso. En otras series "ph_mgj", de
"ngj", colisionar, vencer aplastar; para señalar que son acuñadas y
en anverso "pj", plancha, lámina.
Esta palabra hebrea, "mwg", fundirse, derretirse tan sólo se refiere a
la moneda como producto de fundición, sin connotaciones toponímicas.
Evidentemente, éstas monedas no tienen un lugar concreto de acuñación,
se reparten por toda la geografía ibérica y responden a un diseño, un
modelo, compartido.
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